El
primer teléfono:
En
Llombera a principios de los años 70 el único
teléfono estaba en el del bar de Aureliano, y Obdulia
que menuda paciencia que tenían, cada vez que llamaba
alguien por teléfono tenían que ir a su casa
a avisarles o mandar el recado por alguien que estuviera
por la calle. Y si había chavalería por allí
jugando se le enviaba a dar el recado, pues iban en bicicleta
y era más rápido el avisar. Era el número
58 80 85
"…
el día que fui tía por primera vez, llamó
mi hermano para darnos la noticia y yo recuerdo subir por
todo el pueblo diciéndoselo a todo aquel que encontraba
por el camino…."
"…
cuando querías llamar por el teléfono, le
decías a Obdulia:
”-Obdulia ponme el teléfono” y ella te
ponía en marcha un contador de pasos, para luego
poder cobrarte."
"…en
una ocasion en el mes de julio unos vecinos se fueron unos
días de vacaciones a Huelva y cuando llegaron al
destino, llamaron al pueblo y claro nos contesto Obdulia:
“...diga...”
”-Obdulia, que cuando pueda avise a mi madre que estamos
en Huelva…”
los telefonos de antes no se oian , muchas veces nada bien...
y la mujer, le contesto:
”-ay!...hijo, que estáis en huelga...vaya por
dios, ya se lo diré a tu madre...”
al final , se aclaro el mal entendido, pero esta anécdota
quedo recordada para siempre."
La primera televisión:
Quien primero tuvo televisión
en Llombera fue Machín. Todas las tardes iba un motón
de guajes para ver la serie de Bonanza o el Virginiano cuando
llegaba la hora alguien de la casa ponía el televisor
frente a la ventana y todos desde fuera podían la
serie, así que buena paciencia debieron tener con
todos los guajes del momento, todos los días dando
la lata. Al terminar se quedaban dentro varias vecinas que
pasaban la tarde cosiendo y viendo la televisión
...Sin
embargo yo recuerdo la primera vez que ví una televisión
y una emisión televisiva, la maestra, (creo que doña
Esperanza, así que sería hacia 1964-65 , después
hubo una maestra interina durante un año, y luego
vino Doña Tere, pero creo que fue con Doña
Esperanza) nos llevó a verla una tarde a casa de
Fermina (La Segunda televisión en LLombera): El programa,
era una visita del papa (Pablo VI) a la Virgen de Fátima
en Portugal, allí estábamos todas las niñas
de la escuela, alucinadas, con el frescor del bar, semioscuro
para evitar reflejos, la tele estaba situada en la esquina
enfrente de la puerta, en la parte izquierda de todos los
estantes de enfrente, por donde tenía la vivienda,
también había estantes en la parte derecha
de la cantina, allí tenía pijamas, puntillas,
medias, pañuelos, hilos cosas de ésas, ...
y allí estábamos descubriendo la tecnología
....
Luego recuerdo de algunas tardes venir de la escuela y asomarnos
a ver si tenía la tele encendida, pero siempre que
estaba encendida había toros y no nos gustaban...así
que no nos volvimos a preocupar mucho más de la tele,
preferíamos correr y jugar, que no dejábamos
sitio sin recorrer y las calles no estaban asfaltadas,...conocíamos
el pueblo de punta a punta....
Bares
y cantinas:
Hubo varios bares en tiempo
de máximo apogeo de la mina, ya que en el pueblo
habia un continuo ir y venir de personas que acudian a trabajar
en la mina, muchos de ellos siendo de fuera se establecieron
allí por la proximidad con el trabajo y en ocasiones
trajeron a sus familias durante unos años.
Pero de los que más recuerdo se conserva es de los
siguientes: uno la casa frente a la iglesia, ese era el
bar de Fermina, el otro era el bar de Aureliano que estaba
en el medio de la calle a la entrada al pueblo girando hacía
la derecha y a su vez era la panadería y la fábrica
de gaseosas, con marca propia Gaseosas A. Gutiérrez.
También era salón de baile y cine.
En la cantina de Aureliano,
había una estantería enorme, repleta de cosas,
melocotones en almíbar, cajas de galletas María,
chocolate, salchichones, azúcar y a un lado del mostrador
de mármol blanco, la lata de escabeche con la caceta
dentro…
Los niños miraban una ventana, rota, el mostrador
era de madera, y pegado en la pared tenia una especie de
casilleros, donde se ponían los distintos articulos
que vendían.
El
tercero era el bar de la señora Alicia, el bar del
barrio de abajo, donde todos pasamos muchas horas en los
asientos de piedra que tenía a la entrada, la barra
era de madera y la estufa al fondo al lado de una mesa muy
grande de madera y encima la tele que todos los chicos acudian
a ver.
La señora Alicia, siempre fue una mujer encantadora
y muy luchadora en la vida pues se quedó viuda muy
jóven y tuvo que trabajar duro para sacar a sus hijos
adelante y atender el bar del pueblo.
La
cantina de Alicia, que con gran paciencia aguantaba a la
chavaleria, sobre todo en el invierno porque era punto de
reunión, o de ir a ver la tele, en la mesa larga
de madera al fondo, todos los guajes del pueblo y encima
sin consumir nada.
Se vendia de todo ...pimentón , tripas para la matanza,
zapatillas estuches de perfumes, figuritas del nacimiento(
en navidad), tabaco, pipas , refrescos, cuadernos , lápices
pinturillas, gomas de borrar...
cuando llegaban los cumpleaños , las niñas
iban donde Alicia a comprar uno de esos estuches preciosos
de perfume, que venían en una cajita de cartón
y cubriéndolo por encima de una tapa de plástico
y dentro solía venir un pañuelo muy bonito
y un frasquin de colonia, tenia bastante variedad de todo,
pues así no había peligro de repetir la misma
cajita de perfume en el mismo cumpleaños y además
como ella conocía a todas las niñas y sabia
de la celebración les decía:
”-Esta cajita de perfume , no la llevéis
que ya la llevo otra niña..”.
La cantina de Valeriano situada
al llegar al pueblo y girar a la derecha. Hacia funciones
de hostal y hospital si para algún minero era necesario,
cuando las nevadas eran tan grandes que imposibilitaban
salir del pueblo en unos días. Los niños miraban
una ventana, rota, el mostrador era de madera, y pegado
en la pared tenia una especie de casilleros, donde se ponían
los distintos articulos que vendían.
Pero cuando se fue para la Robla se cerro el bar.
Alguna
de estas cantinas también eran estancos y en ellas
se vendía el paquete de ideales a 3 pesetas; había
que juntarse unos cuantos para poder comprar un paquete
y poder fumarse un cigarrillo. Compraban Ideales blancos,
que valían 4 pesetas y los fumaban con una pipa naranja
que se conseguian en el tiro de “Juanpijón”,
un feriante que por allí iba y cuyo verdadero nombre
era Ángel