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El martes de antruejo se celebra el martes anterior al miércoles
de ceniza.
La tradición de este día era vestirse (disfrazarse)
de gitanos y de gitanas y hacerse acompañar por animales
como perros, burros,… Quizás imitando que antiguamente,
por esas fechas y aprovechando que las matanzas ya estaban colgadas
en las cocinas de leña y ya se podía comer de ellas,
solían aparecer “recuas” de familias gitanas
pidiendo por los pueblos.
Las gentes solían darles comida, ropa que ya no se usaba,
algo de dinero, en fin, lo que cada uno podía o quería
dar.
Normalmente se iba vestidos de gitanos, con traje de hombre, un
chaleco, camisa impecable, corbata o pañuelo al cuello, sombrero…
un buen bigote que con un corcho quemado nos lo pintábamos
en la cara, muchas mujeres en vez de ir de gitanos solíamos
hacerlo de gitanas.
Vestirse de gitana era ponerse una falda larga, un pañuelo
en la cabeza, un manto en los hombros, no podía faltar un
mandil, por supuesto, lo más gracioso era ver a los hombres
vestidos de gitana.
Todos los años se preparaban rosas de papel de varios colores
que nos prendíamos al pelo en el caso de las gitanas, y en
el sombrero o solapa en el caso de los gitanos. También se
adornaban con rosas el cabezal del burro.
Una vez preparados con toda la indumentaria comenzábamos
a pedir por todo el pueblo para que nos dieran huevos, chorizo,
pan, tocino, etc… por lo que solíamos llevar cestas
para poder guardar toda la comida que nos hubieran dado.
Cada vez que llegábamos a una casa para pedir cantábamos
canciones de carnaval como la de:
El martes de carnaval
de gitana me vestí
entré en un salón de baile
y a mi novio perseguí…
Toda la comida que nos daban era para poder hacer las sopas de carnaval,
también se hacían unas tortillas de chorizo que se
acompañaban con algo de vino.
Este recorrido se hacía calle arriba y calle abajo había
casas donde siempre nos recibían muy bien, pues además
de darnos algo para hacer las sopas de carnaval también nos
ofrecían algo de beber o galletas para la gente que iba corriendo
el carnaval, y una de estas casas era la de “Revuelta”,
mira que su casa quedaba a lo “cimero” del pueblo, o
sea que cuesta trabajo subir, pues no veáis con que ganas
llegábamos, sobre todo los “guajes” pues allí
sabíamos que enseguida nos sacaba la bota y podíamos
pegar un trago.
Y ya bajando por la Pontona toda la gitanada no tardábamos
en llegar a la casa de “el Fiscal”, Manuel González,
que ya con nuestros cánticos le anunciábamos la llegada
y enseguida salía a recibirnos uniéndose a cantar
con nosotros y él al momento pegaba una voz diciendo: “María,
sácales algo”, y ya venía Mª Sol, su mujer,
con un plato lleno de chorizo, huevos, etc.… y mientras, ya
había ido él a la cocina de leña a llenar la
bota y a ofrecérsela a los gitanos que la pasaban de mano
en mano.
Con estas, la gitanada se va para otras casas del pueblo bajando
por Las Cárcavas, yendo para El Cepo, La Cuesta, después
llegando al Caño, subiendo por La Calzada y por El Lutero,
bajando por la carretera abajo donde allí también
recobrábamos fuerzas en casa de Quico,, que nos sacaba una
botella de vino para rellenar la bota.
Con tantas idas y venidas de la bota a más de un gitano y
a más de dos he visto yo acabar la gitanada con dificultad.
En este rincón del barrio Abajo salían Soles, Aurora,
Soli, y Soles Ordóñez con los platos llenos de chorizos,
huevos… y recuerdo que cuando nos poníamos a cantar:
El martes de carnaval
de gitana me vestí
entré en un salón de baile
y a mi novio perseguí…
...ellas enseguida se unían a cantar con nosotros.
Aquí se acababa el recorrido y la gitanada se retiraba para
empezar a hacer las sopas.
Solíamos llevar la comida que nos habían dado para
la plaza de la Cruz, y allí se hacía un fuego asaltando
los leñeros de los vecinos más próximos, enseguida
poníamos el balde del pueblo con agua cogida de la fuente
del caño a cocer. Pequeños y mayores, todos ayudaban
en la labor, unos sentados en las escaleras de la iglesia, otros
debajo de la cruz, se picaba el pan, los chorizos, deshacía
el bacalao…
Para cocinar las sopas siempre solían estar los mayores como
Quinti, Laureana, Adela, Aurora, Soles, Liber, Anita y Soli.
Estamos cogiendo ahora nosotros/as el relevo y espero que siempre
haya alguien con las suficientes ganas para recogerlo.
También se hacen tortillas de chorizo o huevos cocidos con
sofrito.
Se solían hacer en casa de los vecinos más próximos
a la cruz, algún año hemos ido para la casa de Marisa,
preparábamos unos líos haciendo las tortillas que
“pa que”.
Otros años en casa de Tensi, las risas que tenemos pasadas
en su casa. A Emilia también le tocó poner huevos
a cocer en su casa y en otras casas, anda que no hemos hecho allí
orejas de carnaval, buñuelos o flores.
Recuerdo un año que salimos vestidos de gitanos y gitanas
con un burro, sólo con éste pues era el único
que quedaba en el pueblo y era del “Perillán”,
Manuel. Era el año 1989, Marisa se vistio de gitano, de Gitano
Elegante con un traje de chaqueta, chaleco de pana y una visera
de cuadros. Ella fue a pedir el burro al “Perillán”y
también la que andaba con él calle arriba y calle
abajo, con gran destreza logró subir al burro por las escaleras
del bar de Aureliano y Obdulia hasta poder meterlo dentro. La risa
que pasamos viendo la escena ya no nos la quita nadie.
Una
vez cocidas las sopas, hechas las tortillas o los huevos y llenadas
las botas a rebosar de vino, se servían, primero a los niños
y luego al resto de la gente que se iba acomodando por donde podía,
unos sentados en la escalera de la iglesia, otros en el muro, otros
debajo de la cruz, otros de pie, eso sí, cada vecino se traía
su plato, cuchara y tenedor.
Cuando se acababa de comer se solía hacer, pues algo de baile,
si nos querían tocar los músicos del pueblo, Alejandro
y Urbano, con la gaita y el tambor pues ya eran mayores y se cansaban.
Algún año nos tocó Cipriano, acompañado
por Adelia, su mujer a la pandereta. También en alguna ocasión
salió a tocar su hijo Cipri y así se conseguía
hacer un poco de baile.
Era divertido
porque todas las parejas bailaban menos una persona que no tenía
pareja y bailaba con una escoba, y cuando soltaba al alto la escoba,
todos los que estaban bailando tenían que cambiar de pareja
para seguir bailando, y quedaba otra vez otra persona sola, sin
pareja, y esta tenía que coger la escoba y bailar con ella.
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